El 5 de noviembre celebramos el Día Mundial de la Persona Cuidadora, una fecha para reconocer la tarea esencial de quienes dedican gran parte de su tiempo a cuidar personas que necesitan apoyo, a menudo personas mayores, con dependencia o discapacidad. Tanto los familiares que lo hacen de manera altruista como los profesionales del cuidado son un pilar fundamental para el bienestar de muchas personas, y por eso este escrito tiene como objetivo reconocer su labor, a menudo poco valorada.
Los familiares cuidadores se enfrentan a la responsabilidad de cuidar a un ser querido sin tener la formación necesaria, pero con una gran entrega y dedicación. Desde mi experiencia como coordinadora del Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) de ASPID, veo de cerca cómo esta situación puede afectar al bienestar y la salud de los cuidadores y cuidadoras. El cuidado constante, aunque motivado por el amor y el compromiso, a menudo conlleva un desgaste emocional que puede derivar en sensación de soledad, estrés y agotamiento.
Cuidar a una persona es una tarea compleja que requiere atención emocional, paciencia y sacrificio. Muchos/as familiares cuidadores/as dedican muchas horas al día, según el grado de apoyo que necesite la persona, sin opción de descanso, vacaciones, actividades de ocio, limitando las relaciones personales y reduciendo el tiempo para dedicarse a sí mismos/as. Esto puede impactar negativamente en su salud física y mental. Por eso, es fundamental ofrecerles el apoyo y los recursos necesarios para que puedan continuar con esta responsabilidad de manera sostenible y sin poner en riesgo su propio bienestar.
A su vez, los profesionales del cuidado también juegan un papel clave en esta ecuación. Las auxiliares sociosanitarias son el corazón silencioso del sistema de cuidados. Su tarea diaria, a menudo invisibilizada, tiene un profundo impacto tanto en las personas que atienden como en sus familias. Además de la asistencia sociosanitaria, ofrecen un cuidado integral que incluye apoyo emocional, escucha activa y un acompañamiento constante, garantizando que cada persona reciba el respeto y la dignidad que merece. Estas profesionales permiten que las personas con dependencia mantengan su calidad de vida y autonomía en su propio entorno, y a la vez ofrecen un respiro imprescindible para los cuidadores familiares, aliviándolos de una carga que, sin su apoyo, sería insostenible.
Su trabajo no solo cuida, sino que transforma vidas, contribuyendo a una sociedad más humana y solidaria.
Es el momento de reivindicar su papel fundamental y garantizar que reciban el reconocimiento y el apoyo que merecen, ya que sostienen el bienestar de muchas personas vulnerables en nuestra sociedad.
Por todo ello, es fundamental que dispongan de apoyos complementarios en diversos ámbitos, como el trabajo social, los grupos de ayuda mutua y programas de formación y apoyo. En este sentido, desde ASPID ofrecemos una atención integral que incluye servicios como ASPIDOrienta, el Círculo de cuidadores/as y el programa formativo de la Escuela de personas cuidadoras no profesionales de NeuroLleida, cubriendo tanto las necesidades emocionales como formativas de los cuidadores.
Patrícia Buedo Bonet
Treballadora Social. Num. Col. 8557
Coordinadora dels Serveis d’Atenció a Domicili d’ASPID